
Quién no ha perdido alguna vez el control? ¿Quién no ha dicho o hecho algo de forma instintiva de lo que después se ha arrepentido? Todos en algún momento de nuestra vida hemos perdido los nervios con la pareja, con los hijos, con los amigos o en el trabajo. Dicho de otro modo, todos en algún momento hemos sido víctimas de un secuestro amigdalar.
¿Qué es un secuestro amigdalar?
El secuestro de la amígdala es un término acuñado por el psicólogo Daniel Goleman para explicar este tipo de reacciones emocionales incontrolables y que suceden cuando perdemos el control.
¿Por qué perdemos en control?
El cerebro es un órgano muy complejo que se encarga de muchas funciones diferentes. Desde funciones más o menos inconscientes como controlar la temperatura corporal, la frecuencia cardiaca o la respiración, hasta otras conscientes como el control del movimiento, el lenguaje, el pensamiento, o la toma de decisiones.
Para llevar a cabo tareas tan diversas, distintas partes del cerebro se encargan de tareas diferentes.
La amígdala es una pequeña glándula en forma de almendra que se encuentra en la parte límbica de nuestro cerebro y es la responsable de nuestra respuesta emocional. Cuando recibimos un estímulo muy intenso, la amígdala asume el mando e inhibe durante un tiempo el córtex frontal, el área de nuestro cerebro más racional, pero que tiene un funcionamiento más lento.
Un ejemplo…
Imagina que vas a dormir y justo cuando apartas las sábanas de la cama para meterte en ella, encuentras una serpiente. La vista capta esa imagen y envía esa información rápidamente a la amígdala, esta la procesa como un peligro y en fracciones de segundo, antes de que seas capaz de pensar en nada, el organismo reacciona acelerando el corazón, dilatando las pupilas y enviando más sangre a las piernas para poder alejarte inmediatamente, incluso podrías llegar a gritar. Sin embargo, una vez en la puerta de la habitación te das cuenta de que es una serpiente de plástico y todo ha sido resultado de una broma. En ese momento, el neocórtex actúa y manda un mensaje a la amígdala de “todo bajo control, no hay peligro”.
Amígdala y neocórtex se complementan y cada uno tiene su importancia y su función esencial. Sin embargo, hay determinadas situaciones o momentos que actúan como un fuerte estímulo que es percibido por la amígdala como una amenaza, desencadenando una reacción emocional inmediata y desproporcionada, haciendo que nuestro pensamiento lógico quede supeditado al mando de nuestras emociones. Es lo que se conoce como secuestro de la amígdala y es lo que nos lleva a actuar de forma descontrolada, dejándonos arrastrar por el torbellino emocional que sentimos en ese momento.
Claves para evitar perder el control
Perder el control de forma habitual puede ocasionarnos graves problemas relacionales y múltiples conflictos con los demás, pero también con nosotros mismos, al darnos cuenta posteriormente de lo inapropiado de nuestro comportamiento.
Las personas con una baja gestión emocional son más propensas a vivir este tipo de situaciones, por ello, es fundamental desarrollar habilidades en gestión emocional. Algunas claves que nos pueden ayudar a conseguirlo son:
1. Conócete a ti mismo
Reconocer aquellas cosas que te hacen perder los papeles, aquellos temas que te irritan hasta perder el control es el primer paso para detectar y evitar ser víctima de un secuestro amigdalar.
2. Cuenta hasta 90
Popularmente se dice que antes de contestar impulsivamente es mejor contar hasta 10. Hoy se sabe científicamente que se necesitan 90 segundos para romper un estado emocional concreto. Si somos capaces de contener nuestra reacción 90 segundos, es muy probable que podamos evitar un secuestro amigdalar y perder los papeles. Otra alternativa a contar, es llevar la atención a la respiración o imaginarnos en un lugar idílico, cualquier cosa que desvíe nuestra atención de esa emoción intensa que sentimos es útil.
3. Evita el estrés
Las personas que pasan gran parte de su tiempo bajo estrés y tensión son más propensas a perder el control, por ello es muy importante intentar vivir en estados emocionales de calma y equilibrio, conscientes del presente, del aquí y el ahora. Practicar mindfulness o meditación nos puede ayudar a incorporar estados de calma en nuestro día a día.
4. Evita el contagio
Las emociones se contagian. De la misma manera que cuando estamos rodeados de alegría nos sentimos más alegres, cuando estamos cerca de alguien que ha perdido los papeles es fácil que nosotros los acabemos perdiendo también. Por ello, ante una persona en pleno secuestro amigdalar, lo mejor que podemos hacer es evitar resolver el problema en ese momento. Esto no significa que no se deba abordar, sino que es relevante encontrar el momento apropiado, en el lugar adecuado y cuanto el estado de ánimo sea más relajado.