¿Te has preguntado por qué algunas cosas te resultan sencillas de hacer y otras, te cuestan tanto? En la mayoría de las ocasiones la respuesta no está en la complejidad de la tarea sino en la motivación que tengas para hacerla.
Como decía Gandhi:
La fuerza no viene de la capacidad corporal, sino de la voluntad del alma.
En la motivación encontramos la energía y el empuje para llevar a cabo aquello que nos propongamos. En ella se encuentra el origen de la conducta humana: Todo cuanto hacemos, lo hacemos por algo.
Por ello, el interés por conocer qué es lo que motiva a las personas y qué motivación hay detrás de un determinado comportamiento traspasa el ámbito de la psicología y también interesa a otras disciplinas como el marketing, la docencia o la política, por poner sólo algunos ejemplos.
Tipos de motivación
Hay muchas teorías y clasificaciones de las motivaciones, entre ellas la Pirámide de Maslow (1943), la teoría del factor dual de Herzberg (1959) o la teoría de las necesidades de McClelland (1961).
- Una primera clasificación estaría relacionada con su origen:
-Los estímulos motivacionales provienen del exterior (por ejemplo, la promesa de una recompensa por hacer algo).
-Los estímulos motivacionales son internos (por ejemplo salir a correr todas las mañanas, por el puro placer que se siente tras hacer deporte.
- Las motivaciones también se pueden clasificar según el resultado esperado:
-Hablamos de motivación positiva cuando la persona busca un resultado agradable, o recompensa.
-Hablamos de motivación negativa, cuando lo que se pretende es evitar una consecuencia desagradable (castigo, desprecio, frustración…)
Cuando hablamos de motivación, además, hay que tener en cuenta que pueden darse diferentes niveles o grados: Cuanto más valor le demos al resultado, más elevado será el nivel de motivación. Por ejemplo, si voy al gimnasio por el placer que me produce practicar deporte con mis amigas, seguramente seré más constante y regular, que si no me gusta hacer ejercicio pero lo hago porque racionalmente sé que hacer ejercicio es saludable.
Refuerza tu motivación
En la mayoría de ocasiones, el camino al éxito se encuentra en la actitud.
El trabajo y la constancia son grandes aliados para alcanzar los objetivos, pero es la motivación la que verdaderamente actúa de motor de arranque y de combustible para seguir adelante. Por eso resulta fundamental que encuentres respuesta a estas dos preguntas:
- ¿Qué motivación hay detrás de tus actos?
Para encontrar la respuesta basta con tomar consciencia del para qué haces las cosas. La respuesta a ese “para qué” es una magnífica pista para identificar nuestras motivaciones. - ¿Qué puedes hacer para mantener la motivación?
Existen muchas técnicas de motivación, aquí comparto cuatro sugerencias que pueden ayudarte a ello:- Piensa en positivo. Controla tu vocecilla interna y evita usar mensajes derrotistas del tipo “es imposible”, “nunca lo conseguiré”, “es demasiado difícil”. Pon tu atención en aquello que sí alcanzas y en aquello que puedes aprender de cada situación.Nuestros propios pensamientos pueden ser nuestros mejores aliados y también nuestros peores enemigos.
- Usa tu imaginación. Cada día, durante varios minutos concéntrate y dedícate a imaginar el resultado que deseas alcanzar. Cuantos más detalles mejor. Cierra los ojos y disfruta imaginando el éxito y satisfacción en aquello que te has propuesto. Lo que crees, creas!
- Pasa a la acción. La motivación es un potente motor de arranque, así que cuando sientas esa fuerza interna aprovéchala y pasa a la acción. No esperes a tenerlo todo organizado y controlado porque muchas veces, mucho análisis lleva a la parálisis.Por otro lado, conviene tener en cuenta que objetivos demasiado ambiciosos pueden abrumarnos y asfixiar la motivación en pocos días. Si te planteas pequeñas metas alcanzables a corto plazo, es más fácil alcanzarlas y la satisfacción de haberlo conseguido será combustible extra de motivación, lo que te impulsará a plantearte nuevas metas… alimentando así un círculo de retroalimentación motivacional.
- Conecta con tu esencia. Anteriormente diferenciaba entre motivación interna (o intrínseca) y motivación externa (o extrínseca). Cuando nuestra motivación es intrínseca depende de más de nosotros que de los demás , mientras que si es externa, está más condicionada por el entorno. Cuando conectamos con nuestra esencia y descubrimos que es lo que realmente nos gusta, estamos reforzando la motivación interna, la que depende de nosotros mismos y, en definitiva, la que nos hace llevar las riendas de nuestra propia vida.
David McCelland y su teoría de motivación
El psicólogo americano David McClelland estableció en 1961 que la motivación última de cualquier persona busca la satisfacción de una de estas tres necesidades: LOGRO, PODER, AFILIACIÓN.
Si nuestra motivación última es el logro, con frecuencia disfrutaremos con los retos, las tareas difíciles y los desafíos. Seremos personas que tenderemos a tener siempre proyectos en marcha.
Si nuestra motivación última es el poder, buscaremos el reconocimiento positivo de nuestro entorno y que nuestras aportaciones sean valoradas y tenidas en cuenta. Nos preocuparemos por nuestro prestigio y por influir sobre las otras personas, incluso más que por los resultados obtenidos.
Si nuestra motivación parte de una necesidad de afiliación, valoraremos las buenas relaciones, la armonía y la compañía de los demás. Evitaremos el conflicto y aceptaremos las normas fácilmente, si con ello se mantiene la cohesión en el entorno.
Espero que después de leer este post, en los momentos de bajón, cuanto te falte motivación recuerdes que: