5 recomendaciones para tener una vida más plena

Con el año nuevo llegan también los buenos propósitos y la ilusión de ser más felices y afortunados que el año anterior. Aunque no podemos cambiar las circunstancias sí podemos modificar la actitud con la que las afrontamos.

Aquí van 5 recomendaciones que a mí me han sido de gran utilidad:

Reservarse un tiempo al día para uno mismo. 

Levantarse por la mañana con el tiempo justo para ponernos en marcha, es como intentar poner un coche de 0 a 100 km en apenas unos segundos, las revoluciones se disparan. Empezar el día con prisas es una fuente de estrés para nosotros mismos y para los que nos rodean, por eso es mejor adelantar el reloj 15 minutos.  Esta sencilla medida no supone perder apenas tiempo de descanso y nos permite empezar el día con un tiempo para conectar con nosotros mismos y enfocar mejor el día.

Si cada día eliges la ropa que te pones, elige también los pensamientos que te acompañan.

Cada día invertimos parte de nuestro tiempo en cuidar nuestro aspecto externo (nos aseamos, nos peinamos y perfumamos, elegimos la ropa que vestir y en algunos casos, como en el mío, además dedicamos tiempo a maquillarnos), pero no siempre dedicamos la misma atención y cuidado a nuestro aspecto interno. Tomar conciencia de que tipo de pensamientos deseamos tener durante el día y desechar los negativos y tóxicos es una manera muy efectiva de reducir/evitar el sufrimiento y tomar la rienda emocional de nuestra vida.

Ver la botella medio llena en vez de medio vacía.

Erróneamente solemos poner la atención en lo que nos falta, en lo que falla o sale mal y pocas veces celebramos  las cosas maravillosas que ya tenemos en nuestra vida, por muy simples que éstas sean. Conviene recordar, como dijo Epicuro:  Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta. Así que un buen ejercicio es encontrar un motivo cada día para celebrar y dar gracias por ello.

Aprender a soltar.

Para vivir en plenitud no hace falta la abundancia de cosas. La sociedad actual nos empuja a confundir el desear con el necesitar. Todas las personas que conozco que han hecho el Camino de Santiago coinciden en la importancia de aprender a soltar. El apego emocional y/o material en realidad es un lastre que nos frena y nos limita.

Menos es más.

Como ya comenté en un post anterior Superman y Superwoman no existen, así que debemos ser muy conscientes en quien y en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Intentar hacer muchas cosas y querer hacerlas todas bien es una puesta segura al estrés. Cada cosa tiene su momento y hay un momento para cada cosa.

Sin duda hay muchas más recomendaciones que nos pueden ayudar a tener una vida más plena. Si has puesto en práctica alguna de ellas y te ha funcionado te animo a que la compartas y entre tod@s hagamos la lista más amplia. Como dice el dicho:

Si caminas solo irás más rápido,  si caminas acompañado llegarás más lejos.

Mens sana in corpore sano

 

¿Alguna vez has intentado hacer régimen o practicar algún deporte regularmente y acabas renunciando a los pocos días?

¿Eres de los que haces listas de buenos propósitos saludables  cada mes de septiembre y en octubre ya te has olvidado de ellos y has vuelto a tu rutina?

Si tu respuesta es afirmativa, este post te interesa pues trata de cómo  puedes ponerte en forma con ayuda de tu mente.

Mens sana in corpore sano
(Décimo Junio Juvenal. S.II d.C)

Todos conocemos de sobra las virtudes de estar en forma, tanto las publicaciones científicas como las de salud y belleza, constantemente hacen referencia los beneficios del bienestar físico para mejorar el bienestar mental. Lo que no se explica con la misma frecuencia es a la inversa. Es decir, cómo la mente puede ayudar a mejorar  el  bienestar físico.

Beneficios de estar en forma físicamente
Estar en forma físicamente mejora la flexibilidad de las articulaciones, mejora  el funcionamiento de órganos como el corazón y los pulmones,  favorece el sistema circulatorio, reduce el estrés y la tensión mental, refuerza nuestra autopercención positiva y aumenta la autoestima.

Beneficios de estar en forma mentalmente
Estar en forma mentalmente permite llevar una dieta más equilibrada y menos compulsiva. En muchas ocasiones no comemos por hambre sino por nervios y ansiedad. Una mente en forma facilita la constancia en la práctica de deporte y en sí de cualquier actividad, nos ayuda al planteamiento de objetivos realistas, adaptados a las circunstancias de cada uno y, por supuesto, también mejora nuestra autopercepción y nuestra autoestima.

¿Cómo utilizar la mente para estar en forma física?
Hacer ejercicio físico 30 minutos al día, sin duda es muy saludable, pero no olvidemos que el día tiene 24 horas!
El resto del tiempo que no practicas activamente un deporte, a través de tu mente también puedes cuidar tu cuerpo y avanzar en el proceso de ponerte en forma, pero ¿cómo?
Aquí comparto contigo algunas ideas a tener en cuenta:

  1.  TOMA CONSCIENCIA DE TU POSTURA:
    Quédate inmóvil por un instante y observa la postura de tu cuerpo. ¿Notas tensión en algún punto?, ¿crees que tu postura es mejorable?.
    Cuando nos sentamos,  cuando trabajamos delante del ordenador, al hablar  por teléfono, cuando cogemos peso o simplemente al caminar, adoptamos un montón de posiciones equivocadas que pese a ser incorrectas y perjudiciales para el cuerpo, la rutina las convierte en normales. Tensar el cuello, arquear la espalda, curvar los hombros hacia delante o permanecer mucho tiempo con las piernas cruzadas  son solamente algunos ejemplos de malos hábitos que a la larga pueden llegar a producir importantes lesiones.Gracias a la toma de consciencia de tu postura puedes corregir estas posiciones corporales erróneas.  Prestando atención a la manera de cómo te mueves, evitando posturas forzadas y relajando los puntos donde detectes tensión innecesaria, no solo conseguirás que tu postura corporal sea más elegante y equilibrada sino que además estarás avanzando en poner tu cuerpo en forma.A partir de ahora ten presente en tu mente las siguientes preguntas:
    ¿Estoy dejando caer mi cabeza hacia un lado?
    ¿Mis hombros están curvados hacia delante?
    ¿Estoy manteniendo durante mucho tiempo la misma posición?
  2.  DIÁLOGO INTERNO POSITIVO:
    No puedo, no soy capaz, no me lo merezco, yo soy así y no puedo cambiar, es imposible…¿cuántas veces nos saboteamos a nosotros mismos con mensajes negativos que lejos de darnos fuerza y motivación para seguir adelante, nos desmoralizan y hacen que cualquier camino sea cuesta arriba?

Lo que crees, creas.

Ten por seguro que si piensas que no puedes hacer algo no podrás hacerlo.  No podrás hacerlo  simplemente porque los pensamientos negativos nos predisponen para el fracaso, incluso antes de intentarlo.
Convivir con esa vocecilla interna que nos dice que no somos lo suficientemente buenos para conseguir lo que nos proponemos hace que todo sea mucho más difícil. Los pensamientos negativos nos hacen reaccionar ante los retos con miedo y estrés. En casos extremos, incluso pueden llegar a producirnos una enfermedad.  Por ello resulta fundamental que si quieres poner en forma tu cuerpo empieces por poner en forma a tu mente y substituyas todos los mensajes negativos que te dices a ti mismo por frases motivadoras.
-Plantéate cada reto como una oportunidad de mejorar y aprender.
-Felicítate por tus logros, aunque sean pequeños.
-Comparte con tu entorno tus pequeñas victorias.
-Háblate a ti mismo con el respeto y afecto con el que hablas a los demás y evita decirte mensajes negativos.

Recuerda que el camino al éxito tiene curvas y está lleno de baches. Cuando tropieces, las fuerzas para seguir adelante las encontrarás en tu mente.

 

LA MOTIVACIÓN: el combustible necesario en tu día a día

¿Te has preguntado por qué algunas cosas te resultan sencillas de hacer y otras, te cuestan tanto? En la mayoría de las ocasiones la respuesta no está  en la complejidad de la tarea sino  en la motivación que tengas para hacerla.

Como decía Gandhi:

La fuerza no viene de la capacidad corporal, sino de la voluntad del alma.

En la motivación encontramos la energía y el empuje para llevar a cabo aquello que nos propongamos. En ella se encuentra el origen de la conducta humana: Todo cuanto hacemos, lo hacemos por algo.

Por ello, el interés por conocer qué es lo que motiva a las personas y qué motivación hay detrás de un determinado comportamiento traspasa el ámbito de la psicología y también interesa a otras disciplinas como el marketing, la docencia o la política, por poner sólo algunos ejemplos.

Tipos de motivación
Hay muchas teorías y clasificaciones de las motivaciones, entre ellas  la Pirámide de Maslow (1943), la teoría del factor dual de Herzberg (1959) o la teoría de las necesidades de McClelland (1961).

  •  Una primera clasificación estaría relacionada con su origen:
    -Los estímulos motivacionales provienen del exterior (por ejemplo, la promesa de una recompensa por hacer algo).
    -Los estímulos motivacionales son internos (por ejemplo salir a correr todas las mañanas, por el puro placer que se siente tras hacer deporte.
  • Las motivaciones también se pueden clasificar según el resultado esperado:
    -Hablamos de motivación positiva cuando la persona busca un resultado agradable, o recompensa.
    -Hablamos de  motivación negativa, cuando lo que se pretende es evitar una consecuencia desagradable (castigo, desprecio, frustración…)

Cuando hablamos de motivación, además, hay que tener en cuenta que pueden darse diferentes niveles o grados: Cuanto más valor le demos al resultado, más elevado será el nivel de motivaciónPor ejemplo, si voy al gimnasio por el placer que me produce practicar deporte con mis amigas, seguramente seré más constante y regular, que si no me gusta hacer ejercicio pero lo hago porque racionalmente sé que hacer ejercicio es saludable.

Refuerza tu motivación

En la mayoría de ocasiones, el camino al éxito se encuentra en la actitud.

El trabajo y la constancia son grandes aliados para alcanzar los objetivos, pero es la motivación la que verdaderamente actúa de motor de arranque y de combustible para seguir adelante. Por eso resulta fundamental que encuentres respuesta a estas dos preguntas:

  1. ¿Qué motivación hay detrás de tus actos?
    Para encontrar la respuesta  basta con tomar consciencia del para qué haces las cosas. La respuesta a ese “para qué” es una magnífica pista para identificar nuestras motivaciones.
  2. ¿Qué puedes hacer para mantener la motivación?
    Existen muchas técnicas de motivación, aquí comparto cuatro sugerencias que pueden ayudarte a ello:

    1. Piensa en positivo. Controla tu vocecilla interna y evita usar mensajes derrotistas del tipo “es imposible”, “nunca lo conseguiré”, “es demasiado difícil”. Pon tu atención en aquello que sí alcanzas y en aquello que puedes aprender de cada situación.Nuestros propios pensamientos pueden ser nuestros mejores aliados y también nuestros peores enemigos.
    2. Usa tu imaginación. Cada día, durante varios minutos concéntrate y dedícate a imaginar el resultado que deseas alcanzar. Cuantos más detalles mejor. Cierra los ojos y disfruta imaginando el éxito y satisfacción en aquello que te has propuesto. Lo que crees, creas!
    3. Pasa a la acción. La motivación es un potente motor de arranque, así que cuando sientas esa fuerza interna aprovéchala y pasa a la acción. No esperes a tenerlo todo organizado y controlado porque muchas veces, mucho análisis lleva a la parálisis.Por otro lado, conviene tener en cuenta que objetivos demasiado ambiciosos pueden abrumarnos y asfixiar la motivación en pocos días. Si te planteas pequeñas metas alcanzables a corto plazo, es más fácil alcanzarlas y la satisfacción de haberlo conseguido será combustible extra de motivación, lo que te impulsará a plantearte nuevas metas… alimentando así un círculo de retroalimentación motivacional.
    4. Conecta con tu esencia. Anteriormente diferenciaba entre motivación interna (o intrínseca) y motivación externa (o extrínseca). Cuando nuestra motivación es intrínseca depende de más de nosotros que de los demás , mientras que si es externa, está más condicionada por el entorno. Cuando conectamos con nuestra esencia y descubrimos que es lo que realmente nos gusta, estamos reforzando la motivación interna, la que depende de nosotros mismos y, en definitiva, la que nos hace llevar las riendas de nuestra propia vida.

David McCelland y su teoría de  motivación

El psicólogo americano David McClelland  estableció en 1961 que la motivación última de cualquier persona busca la satisfacción de una de estas tres necesidades: LOGRO, PODER, AFILIACIÓN.

Si nuestra motivación última es el logro, con frecuencia disfrutaremos con los retos, las tareas difíciles y los desafíos. Seremos personas que tenderemos a tener siempre proyectos en marcha.

Si nuestra motivación última es el poder, buscaremos el reconocimiento positivo de nuestro entorno y que nuestras aportaciones sean valoradas y tenidas en cuenta. Nos preocuparemos  por nuestro prestigio y por influir sobre las otras personas, incluso más que por los resultados obtenidos.

 

Si nuestra motivación parte de una necesidad de afiliación,  valoraremos las buenas relaciones, la armonía y  la compañía de los demás. Evitaremos el conflicto y aceptaremos las normas fácilmente, si con ello se mantiene                                                             la cohesión en el entorno.

 

Espero que después de leer este post, en los momentos de bajón, cuanto te falte motivación recuerdes que:

Transforma tus sueños en objetivos

sueños y objetivos

¿Quién no ha soñado despierto alguna vez?

Todos nosotros en algún momento hemos fantaseado sobre nuestro futuro, imaginando como sería algún aspecto de nuestra vida más adelante: el trabajo, un viaje, nuestra casa, la pareja… Sin embargo, los días van pasando y de repente se convierten en semanas, meses, años …y esos sueños u otros, siguen ahí, acompañándonos todos los días pero sin salir de nuestra mente.

Muchas veces, cuando hablamos de alcanzar esas cosas que deseamos,  sean materiales o no, con frecuencia confundimos sueños, objetivos y metas.

En este post no sólo aprenderás a distinguir cada uno de estos conceptos, sino que además podrás disponer de una pauta que te ayude a definir y alcanzar tus propósitos.

Sueños, propósitos, objetivos y metas
Los sueños suelen ser deseos idealizados y sin fecha de caducidad. Es decir, fantaseamos con alguna idea, recreándonos en la emoción de bienestar que nos producen,  pero no llegamos  a ponerles una fecha en el calendario.

Algunos de estos sueños son más intensos que otros y por eso los convertimos en propósitos. No sólo nos gustaría algo sino que además tenemos la voluntad de conseguirlo. Sin embargo  muchas veces los propósitos acaban siendo un decálogo de buenas intenciones que pocas veces acabamos materializando. ¿Cuántas veces te has propuesto ir más la gimnasio, dejar de fumar o hacer dieta y has acabado igual que estabas?

Tener un propósito es fundamental, pues como decía antes, nos aporta la fuerza de la motivación inicial para empezar, pero por si solo no es suficiente, es aquí donde intervienen los objetivos y las metas.

Los objetivos vendrían a ser los destinos que nos proponemos alcanzar y las metas las etapas concretas a conseguir por el camino. Así, dentro de un objetivo podemos establecer varias metas. Las metas vienen a ser como el plan de ruta que detalla en todo momento qué pasos debemos seguir en el viaje hacia nuestro objetivo o destino.

Duerme con sueños, despierta con objetivos

entrada-30_imagen

A tener cuenta para plantearte bien tus objetivos
DEFINICIÓN
En definir bien el objetivo está gran parte de la clave de su éxito.  Para ello es fundamental que tengas presente que:

  • Tienes que formularlo en términos positivos, no negativos. No es lo mismo tener por objetivo “aprobar el examen” que “no suspender el examen”, “estar delgado” que “no estar gordo”. Puede parecer banal, pero en realidad no lo es, los mensajes positivos son más estimulantes para nuestro cerebro.
  • Tiene que depender sólo de ti. Si el objetivo depende de otros factores fuera de nuestro control no está bien definido. Hacer deporte depende de nosotros, que nos toque la lotería, por mucho que juguemos también depende del azar.
  • El tamaño tiene que ser apropiado. Plantearse objetivos poco realistas sólo provocará que nos frustremos. En todo caso, si el objetivo es muy grande, conviene establecer metas intermedias.
  • Descríbelo con todo detalle. Visualízate alcanzándolo, cómo te sentirás en ese momento, que te dirás a ti mismo cuando lo consigas. Disfruta y recréate en la sensación de bienestar que te produce ese momento, visualízalo, siéntelo, escúchalo.

EVIDENCIAS:
¿Cómo vas a saber cuándo has conseguido tu objetivo? .
Es importante que esos indicadores sean fiables. Siguiendo con el ejemplo de perder peso, un buen indicador sería bajar peso en la báscula o que la ropa quede grande. Un mal indicador sería esperar los comentarios de otras personas. La opinión de los demás obviamente puede ser un indicador, pero lo que propongo es que no sea nuestro  principal indicador de referencia.

CONTEXTO
¿Cuándo, dónde, con quién quieres esto? Puede ser un objetivo profesional, familiar, personal..

CONSECUENCIAS
¿De qué manera ese objetivo afectará al resto de tu vida? Si mi objetivo es comprar un coche caro y potente, tendré que tener en cuenta que también pagaré más caro el seguro, los impuestos, que consumirá más gasolina…

LIMITACIONES INTERNAS
¿Qué emociones internas te impiden conseguir el objetivo? miedo, inseguridad, desconfianza…

RECURSOS DISPONIBLES
¿Qué  recursos necesitas para alcanzar el objetivo?. Si tu objetivo es ir a trabajar a Inglaterra, seguramente un recurso necesario será saber hablar inglés.

PLAN B
¿De cuántas maneras alternativas puedes alcanzar tu objetivo?. Si no lo consigues a la primera no tienes por qué darte ya por vencido. Seguro que hay más vías para llegar al éxito, en este punto se trata de identificarlas.

Recuerda que…

Hoy es el día perfecto para dar el primer paso hacia tus sueños.

 

 

Las ranitas en la nata

entrada 27_rana

Atravesando el ecuador del mes de agosto, somos muchas las personas que dedicamos estos días para disfrutar de vacaciones. Unos días en los que disponemos de más tiempo libre para hacer aquellas cosas que más nos gustan: viajar, ir a la playa, a la montaña o sencillamente descansar disfrutando de nuestro hogar. Sea cual sea la opción que tú eliges, seguro que también encuentras un momento para leer y para reflexionar sobre tus objetivos, sobre tus sueños, o sobre cualquier otro aspecto la vida en general.

Si es así, seguro que este post te va a gustar. En él recupero un cuento de Jorge Bucay que leí hace años. La historia es bien simple, pero seguro que te dará mucho que pensar, pues como se suele decir:  “ Los cuentos sirven para dormir a los niños y también para despertar a los adultos”.

Había una vez dos ranas que cayeron en  un recipiente de nata.
Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta: – “No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril”.

Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: – “¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mí último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora”.

Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.

Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.

Las ranitas en la nata
en el libro, Déjame que te cuente, de Jorge Bucay

¿Quién no se ha sentido alguna vez abatido, vencido por las adversidades y sin fuerzas para continuar? Todos nosotros, en algún momento u otro de nuestra vida hemos sido ranas dentro de un recipiente de nata.

Tirar la toalla, sucumbir ante las circunstancias, es tanto como darse por vencido y hundirse. En ocasiones, esta actitud derrotista la asumimos incluso antes de intentarlo.  Es demasiado difícil, no lo voy a conseguir, no soy capaz, no puedo hacerlo....son sólo algunos ejemplos de las muchas excusas que utilizamos y que tienen un denominador común: el miedo.

Sentir miedo no es malo. Gracias al miedo evitamos correr peligros y nos protegemos de sufrir daños. Sin la emoción del miedo, seríamos temerarios, imprudentes y en más de una ocasión podríamos en peligro nuestra propia vida. Sin embargo, si ese mismo miedo es desproporcionado y nos paraliza o simplemente es infundado, más basado en el desconocimiento y la propia inseguridad que en hechos objetivos, entonces no sólo deja de ser útil, sino que además se vuelve dañino.

«No es malo tener miedo, lo malo es dejar que domine nuestra vida»

Experiencias negativas anteriores también pueden ser la causa de un comportamiento pasivo y poco motivado para superar la situación. “Ya lo intenté otras veces y no sirvió de nada”.
Esta actitud derrotista es lo que se denomina “indefensión aprendida”: como anteriormente nos ha ido mal y hemos sufrido el fracaso, nos defendemos del dolor, evitando un nuevo fracaso y por ello renunciamos a luchar, abandonándonos a la indefensión.

El problema de esta actitud es que nos arrastra a una apatía y una desilusión que, de perdurar en el tiempo, puede conducirnos a una insatisfacción vital, a la tristeza, incluso a una depresión.

Quizás sea cierto y aunque lo intentemos nuevamente no lo consigamos, pero si no lo intentamos nunca sabremos hasta dónde somos capaces de llegar, ¿no crees?.
La única certeza es que si dejamos de esforzarnos, de intentarlo, y , en definitiva, de chapotear como la ranita, es seguro que no conseguiremos salir victoriosos.

“El peor de los fracasos está en no haberlo intentado”

Herramientas para superar los miedos:

1.- Descríbelo: expresa en palabras lo que sientes e intenta concretar al máximo tu temor: miedo al ridículo, miedo al rechazo, desconfianza en las propias capacidades….

2.- Identifica su origen:  malas experiencias anteriores, algún comentario de alguien…

3.-Utiliza la razón: intenta rebatir todos tus miedos con argumentos objetivos y lógicos, una buena forma de hacerlo es respondiendo a la pregunta ¿qué es lo peor que me puede pasar si sale mal?, ¿qué es lo mejor que me puede pasar si me sale bien?

4.- Recurre a tus recuerdos: intenta recordar una ocasión de éxito en tu vida, una vez en la que intentaste algo y lo lograste (conseguir un trabajo, superar un examen, hacer una actividad física…) y recuerda la emoción de satisfacción que sentiste y el bienestar y la autoconfianza de ese momento por haber conseguido tu propósito. Recurre a ese recuerdo cada vez que te sientas vulnerable.

Así que en los momentos difíciles, en esos  en los que estés a punto de tirar la toalla, acuérdate de la historia de las ranitas y continua chapoteando con fuerza,quién sabe si en esta ocasión eres capaz de convertir la nata en mantequilla.

¿Ya tienes definidos tus propósitos para el nuevo año?

Autor: Oliver Calvo
Autor de la imagen: Oliver Calvo

Muy pronto brindaremos por el inicio de un nuevo año, pero ¿qué significa para ti empezar un año nuevo?.

Cualquier día es el ideal para proponerse un reto, para fijarse un objetivo, para establecerse un propósito, pero es frecuente que muchas personas elijamos diciembre para evaluar el año que finaliza e imaginar como deseamos que sea el que empieza.

Dejar de fumar, hacer más deporte, ver más a los amigos, dedicarnos más tiempo a nosotros mismos, encontrar pareja o volver a estudiar… suelen ser los deseos que encabezan las listas de muchas personas, pero la realidad es que pocas semanas después esas mismas personas vuelven a fumar igual, dejan de ir al gimnasio, sus agendas siguen igual de apretadas que siempre y no hacen nada distinto por conocer a nuevas personas.

Aquí tienes 6 preguntas que te pueden ayudar a conseguir que tus propósitos no sean sólo eso (propósitos) y se acaben volviendo realidad.

1- ¿Se trata realmente de un propósito que quieres cumplir haciendo el esfuerzo necesario o es sólo un deseo o un sueño que tienes?
Sé sincero contigo mismo, la peor mentira es la que te haces a ti.

2- ¿Está en tu mano conseguir tu propósito o depende de los demás?
Sé realista. Tu bienestar es demasiado valioso para dejarlo en manos de otros. Si alcanzar tu propósito no depende en gran parte de ti, sustitúyelo.

3-¿De todos tus propósitos cuales son los realmente importantes para ti?
Prioriza. Puedes tener muchas ideas pero recuerda que sólo tienes dos manos.

4-¿Qué, cómo y cuándo vas a hacer lo necesario para alcanzar tu propósito?
Planifica. Haz de tus propósitos un hábito e incorpóralos en tu día a día.

5-¿Qué puedes aprender de los fallos?
Supérate. No te justifiques, ni busques culpables para abandonar y acepta el error como parte del camino.

6-¿Qué vas a hacer cuando consigas tu propósito?
Prémiate. El primero en quererte y cuidarte debes ser tú mismo.