En la sociedad actual querer ser una “buena” madre o un “buen” padre se convierte en una profesión de riesgo si se pretende compaginar con una carrera profesional, practicar deporte, mantener las amistades y además todo ello sin renunciar tener un hogar limpio y ordenado.
Los hijos nos cambian la vida y las prioridades y aunque su bienestar pasa a ser lo más importante, lo cierto es que no es lo único. Somos padres sí, pero no por ello dejamos de ser pareja, hijos, amigos… y lo que es más importante, personas con expectativas, ilusiones y sueños.
Aunque durante el día puedas desempeñar muchos roles distintos, el más importante es ser tú mismo.
Ya sea por necesidad económica o por deseo de realizar una carrera profesional, lo cierto es que cada día es más necesario conciliar la vida laboral y familiar, pero que no nos engañen: Superwoman y Superman no existen y los días sólo tienen 24 horas.
Muchas madres y padres acaban los días agotados. Un agotamiento que no es sólo físico, también es mental, fruto de la tensión y la presión a la que se está sometido cuando se quiere hacer todo y, además, se quiere hacer bien. Ahí empiezan las malas contestaciones, la irritabilidad, la insatisfacción, la frustración…
SÍNTOMAS DE UNA SUPERWOMAN O DE UN SUPERMAN.
▪ Necesitas tenerlo todo bajo control.
▪ Buscas la perfección en todo lo que haces.
▪ “Tengo que” o “debería” forma parte de tu diálogo interno habitual.
▪ Tienes la sensación que el tiempo vuela y que tus obligaciones no se acaban
▪ Te sientes culpable cuando te regalas una tarde o una noche para ti
▪ Desde que te levantas hasta que te acuesta tienes la sensación de ir en «piloto automático»
Si tu respuesta ha sido afirmativa en más de dos ocasiones es hora de cambiar el “chip” y poner en práctica algunas ideas que te pueden ser de utilidad. Aquí van algunas de ellas:
- Rompe la creencia.
Ser superwoman o Superman es imposible y lo que aun es mejor: tampoco es necesario serlo para ser feliz. Si eres de las personas que buscas la perfección en todo cuanto haces y/o te impones muchas tareas y obligaciones, haz la prueba y antes de hacer algo pregúntate: ¿y si no lo hago, que es lo peor que puede pasar? Te sorprenderá la cantidad de veces que la respuesta será ¡¡¡¡NADA GRAVE!!!!
A menudo nuestro peor enemigo solemos ser nosotros mismos.
2. Organízate la semana.
Sentir que tú controlas tu tiempo y que no es el tiempo el que te controla a ti, aumentará tu sensación de bienestar y de control sobre tu vida. Priorizar las cosas importantes, reservarles un hueco en la agenda o planificar las tareas repetitivas como “decidir el menú de las comidas”, puede ayudar a ahorrar tiempo y energía.
3. Acepta ayuda.
Todos necesitamos ayuda en algunos momentos. No aceptarla no es cuestión de no necesitarla, es cuestión de ego. Aunque en el entorno siempre podemos acabar encontrando a alguien que nos eche una mano, la principal ayuda muchas veces viene de los propios hijos: desde pequeños conviene enseñarles a asumir responsabilidades adaptadas a su edad. Con ello contribuyen al buen funcionamiento del hogar y lo más importante, les ayudamos a ser autónomos y reforzamos su autoestima. Recuerda…somos madres, padres, no sirvientes!!! a medida que crecen pueden hacer tareas como quitar y poner la mesa, hacer su cama, preparar su maleta del colegio, recoger sus juguetes… y si además les enseñas en forma de juego, puede resultar incluso divertido!!
4. Tiempo para ti.
Disponer de un ratito al día o a la semana para lo que quieras no es ni capricho ni egoísmo, es una necesidad. Un baño relajante, un café con los amigos, una clase de fitness o simplemente media hora para echar la siesta, puede representar una válvula de escape a toda la tensión acumulada. Si durante el día te resulta imposible encontrar ese espacio, una buena opción es levantarse 30’ antes y empezar el día dedicándose un tiempo a uno mismo.
Nuestras relaciones son un reflejo de nuestro estado de bienestar. Si tú te sientes bien, tu relación con el entorno estará bien. Si tú te sientes mal, tu relación con los demás, también se resentirá.
5. Adiós a la culpa.
En vez de pensar en lo que no has hecho, felicítate por las tareas que sí has finalizado. De esta forma en tu cerebro segregarás dopamina, una de las principales hormonas del bienestar.
Cantidad no siempre es sinónimo de calidad: más vale vestir una camisa sin planchar y una sonrisa en la cara que ir de punta en blanco a costa de enfados y discusiones.
6. Aquí y ahora.
De nada sirve estar jugando con tus hijos, pensando en la lista de la compra o en el informe del trabajo que aún no has acabado. Ni mujeres ni hombres podemos hacer varias cosas a la vez, nuestro cerebro no es multitarea- Hacer varias cosas a la vez es posible simplemente porque reducidos la atención que prestamos a cada una de ellas.
Durante el día puedes ser muchas personas distintas: madre, padre, pareja, profesional, hermana, amiga, hija… pero lo más importante es que siempre eres tú.
Espero que después de leer este post, próxima vez que alguien te pida que seas una Superwoman o un Superman, tu respuesta sea tomarte una taza del mejor TÉ: