«Las emociones determinan la calidad de nuestra vida y nuestra percepción de bienestar.» Paul Ekman
Las emociones están presentes en todas y cada una de las relaciones de nuestro día a día. Tanto en aquellas que mantenemos con los demás (amigos, pareja, vecinos, trabajo..) como en la relación que tenemos con nosotros mismos. Gracias a ellas podemos actuar de manera apropiada en un momento dado, pero también pueden conducirnos a actuaciones de las que luego nos arrepentimos de todo corazón…¿te ha pasado esto en alguna ocasión?
Hay más de 300 emociones distintas, pero no todas se consideran igual. Tansolo unas pocas (el número exacto difiere según el autor que se tome de referencia), se consideran básicas. Es decir: común en todos los humamos, independientemente de la cultura, la raza o la religión. El miedo, junto a la ira, la tristeza, la alegria, el asco y la sorpresa, es una de ellas.
¿Quién no ha sentido miedo alguna vez? A quien no le han temblado las piernas mientras el corazón ha empezado a latirle con más fuerza?
No es malo sentir miedo, lo malo es cuando el miedo nos limita en la vida.
El miedo es una de las emociones más intensas que podemos llegar a sentir y que aprendemos a reconocer desde bien pequeños. Injustamente se ha ganado una fama negativa porque nos hace sentir mal, sin embargo sentir miedo no siempre es malo. Al contrario, en muchas ocasiones gracias al miedo evitamos peligros y tener comportamientos temerarios. ¿Te imaginas que hubiera sido de la especie humana si en la prehistoria nuestros ancestros no hubieran sentido miedo durante la caza de un mamut?
SITUACIONES DE MIEDO
Pero el miedo no solo se activa ante una amenaza física real. En muchas ocasiones sentimos miedo por peligros imaginarios como hablar en público, un examen, una entrevista de trabajo… en ninguno de estos casos se trata de peligros reales, sin embardo nuestro organismo reacciona del mismo modo, pues es nuestra identidad, nuestra imagen, nuestras creencias y valores lo que está en juego.
REPUESTAS ANTE EL MIEDO
“Cuando tenemos miedo, no podemos hacer casi nada o podemos hacerlo casi todo” Paul Ekman.
Ante una misma situación de miedo, no todos reaccionamos igual, sin embargo todas nuestras reacciones pueden clasificarse en uno de estos 3 tipos de comportamiento:
– Huida. Cuando surge el miedo, la sangre fluye a los músculos de las piernas preparándonos para la huida (de ahí que la cara que quede blanca). Escapar es la opción más frecuente. Sin embargo este huir no siempre tiene que ser literal. Algunas personas también huyen verbalmente cuando responden con evasivas o eluden el contacto visual.
-Ataque. Muchas veces detrás de la ira se encuentra el miedo, el temor, la sensación de sentirse amenazado. Este ataque puede ser físico pero también verbal: a través de insultos y/o reproches en realidad lo que se pretende es proteger el propio ego.
– Parálisis: esta opción se encuentra en punto intermedio entre las anteriores y viene a ser una especie de bloqueo emocional que nos dificulta actuar cuando nos sentimos sobrepasados.
NIVELES DE MIEDO
Terror, horror, pánico, pavor, susto, espanto…son todas emociones primas hermanas del miedo. En realidad, la principal diferencia entre todas ellas está en la intensidad de la emoción. No es igual de intenso el miedo derivado de la broma de un familiar que nos asusta desprevenidamente, que el miedo que podemos llegar a sentir si un desconocido nos ataca con un cuchillo.
Si la intensidad de la emoción es muy elevada o se prolonga mucho en el tiempo, puede llegar a derivar en un trastorno emocional. En el caso del miedo, los principales trastornos emocionales que se derivan son fobias, crisis de ansiedad y estrés post traumático.
FORMAS DE AFRONTAR LOS PROPIOS MIEDOS
Si eres de las personas que sientes miedo con frecuencia, a estas alturas del post seguramente te estés preguntando cómo puedes hacerle frente. Comparto contigo algunas herramientas que te pueden ser de utilidad.
1.- Admitir que tienes miedo a algo es el primer paso para empezar a superarlo. Difícilmente se puede cambiar aquello que no existe. ¿No crees?
2.- Conocer la naturaleza de nuestros miedos no hará que estos desaparezcan pero sí nos ayudará a comprenderlos mejor, por ello es útil intentar recordar desde cuándo tenemos miedo a algo y si ese miedo está asociado a algo que nos ha pasado anteriormente.
3.- Respónderte a ti mismo ¿qué es lo peor que me puede pasar? Muchas veces en la respuesta ya nos damos cuenta que en realidad la situación a temer no es para tanto.
4.- No olvides que el miedo es una emoción y que su opuesta es la confianza. Recordar experiencias en las que nos hemos sentido seguros y confiados y conectar nuevamente con lo que sentíamos y pensábamos en ese momento, nos puede empoderar a superar la situación de miedo presente. Si no tienes ninguna experiencia similar en la que hayas superado el miedo, visualizarte superando esa situación también te puede ayudar.
5.- Superar un miedo no es imposible, pero tampoco es automático, como en casi todo, es la práctica lo que nos lleva al dominio de la técnica.
6.- Y, por supuesto, la ayuda profesional siempre puede facilitarnos el proceso.